Tras
varias pruebas y experimentos hemos dado con un procedimiento sencillo y rápido
para hacer un queso fresco en casa, con utensilios que todos podemos tener en
la cocina: cazuelas, espumadera, colador…
INGREDIENTES:
1 l. de leche
fresca de oveja
Cuajo
(coagulante) de leche
Sal
1
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Calentamos la
leche en una cazuela hasta la temperatura que nos indique el fabricante del
cuajo, normalmente entre 50º y 60 º C. Si no tenemos termómetro, en el momento
en que la leche empieza a humear ya está a la temperatura indicada.
2
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En otra cazuela o recipiente más bajo y ancho
echamos las gotas de cuajo (quince gotas en nuestro caso) y vertemos sobre
ellas la leche caliente. Añadimos dos pizcas de sal (unos 5 gr.) y dejamos
cuajar durante media hora, intentando mantener la temperatura con el fuego al
mínimo.
3
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Pasada media
hora habremos obtenido una cuajada. Con una paleta de madera o similar,
procurando no rayar el fondo, cortamos la cuajada en líneas paralelas para que
vaya soltando el suero (la parte líquida). Preparamos un colador grande sobre
una cazuela, cubierto con una gasa.
4
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Con una
espumadera vamos cogiendo la parte sólida de la cuajada (el grano) y la depositamos sobre el colador, en el que irá soltando el resto del suero y se
irá compactando.
5
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Lo mantenemos
en el frigorífico durante 48 horas. Pasado ese tiempo ya lo podemos desmoldar y
estará listo para consumir. Solo, con membrillo y nueces, con un chorrete de
aceite, con miel, sobre unas tostadas…
Hay que tener en cuenta que de un
litro de leche obtendremos un queso de 300 gramos, aproximadamente. También se
puede hacer con leche de vaca aunque su rendimiento es mucho menor, lo veremos
en otra receta. Una vez dominada la técnica (que es muy sencilla), podemos
experimentar dándole nuestro toque: añadiendo pimentón y otras especias,
hierbas aromáticas…
EN VÍDEO:
Bernardo
I. García de la Torre
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